El Ferrari Enzo es considerado uno de los coches más bellos del planeta. Heredero del también icónico Ferrari F50, cautivó a toda una generación de acaudalados propietarios que tuvieron que gastarse cerca de 600.000 euros de la época (hablamos del 2002) para adquirirlo, cuantía que extrapolada a la actualidad equivaldría a algo más de 1,1 millones de euros.
Pero el Enzo bien valía cada céntimo. No solo por ser poseedor de innumerables records de velocidad, sino por el embriagador sonido de su V12 atmosférico, que aullaba desde la arrancada y la sobredimensionaba una vez alcanzaba las 7.800 rpm del tacómetro, donde entregaba los 660 CV de potencia. Dentro de esa perfección estética que proponía, con una de las vistas frontales más representativas de la historia del automóvil, hay un detalle que seguramente has pasado por alto… y no es para menos porque en este caso diríamos que la parte queda eclipsada por el todo.
Hablamos en este caso de los retrovisores exteriores. Hoy en día, con la electrificación sobrevolándonos cerniendo sobre nosotros, los fabricantes buscan mejorar hasta niveles insospechados la aerodinámica de sus modelos.
Prueba de ello son los espejos digitales que tuvieron un momento de máxima popularidad hace un lustro, cuando Audi los introdujo por primera vez en un modelo de producción como fue el e-tron (prueba) y replicándose posteriormente en los Honda e (prueba) o Hyundai IONIQ 6 (prueba), entre otros. Un elemento que, al mismo tiempo, viene acompañado de una mejora visual altísima, tanto de día como de noche pero, sobre todo, en condiciones climatológicas adversas.
Pero hace 23 años, en los cuarteles generales de Maranello ya habían dado con una solución para evitar a pérdida de visión, concretamente en el lado del acompañante. Sin embargo, antes de decirte qué es, fíjate bien en los dos espejos y dime si lo percibes al primer golpe de vista. Pista: no hablamos de su colocación, dispuestos en una zona retrasada, casi a la altura de los guardabarros delanteros, sino de otro detalle.
¿Sí, lo has descubierto? ¿No? No te preocupes, te lo explicamos. Hablamos de una total y absoluta asimetría entre los propios retrovisores. Si te das cuenta, el espejo del piloto tiene un diseño más anguloso y alargado, en consonancia con el resto de las líneas del vehículo, mientras que el del copiloto es más estrecho y, podríamos decir, vulgar, más normal. ¿Fue un descuido? Para nada. Todo tiene una explicación.
La misma que ya te hemos adelantado un poco más arriba y que confirman en la cuenta de Instagram de Eurospares: la visibilidad. Si las dos zonas hubieran contado con el mismo espejo, el pilar A del lado del ocupante habría bloqueado un tercio de la superficie del retrovisor y dado que en Ferrari no veían necesario contar con un elemento que no fuera funcional, decidieron que la mejor manera de paliarlo era fabricar y colocar dos espejos diferentes, pues el sobrecoste que ello implicaba en un coche de este porte y tarifa no era representativo.
Ahora, la próxima vez que veas un Ferrari Enzo en foto o, si tienes la suerte, en persona, seguramente que tu vista no se podrá apartar de este curioso detalle que te hemos explicado. Sin embargo, estamos convencidos de que la atención volverá a perderse en el momento en el que el conductor (quizá seas tú uno ellos) dé vida a su maravilloso V12.
Por aquí te dejo nuestras pruebas de Ferrari, en donde encontrarás desde los más modernos y potentes como el (prueba) LaFerrari hasta los clásicos más codiciados como el (prueba) Ferrari 250 GTO.
2025-02-09T09:02:24Z